lunes, 5 de septiembre de 2016

Teatreros

El grupo de los niños mayores del campo se ha ido consolidando a lo largo de dos meses de actividad constante. Es un grupo grande, de casi cincuenta niños, que trabaja bien y en el que empiezan a privar la solidaridad, el compañerismo y el trabajo en grupo.
Darle continuidad a este grupo parecía complicado. Lo estamos intentando convirtiéndolo en un grupo de teatro. A diario, los niños se reúnen y con el apoyo de voluntarixs del propio campo y de nuestro proyecto están escribiendo y ensayando pequeñas obras de teatro.
El primer desafío fue elegir las obras. No lo hicimos nosotrxs, sino que se encargaron las niñas y niños por sí mismos.
Fueron improvisando situaciones y representándolas. primero en grupos de cinco, luego de siete, al final de doce. cada escena creció y se convirtió en una obra. Diseñaron disfraces y un escenario grande.
la primera representación fue un éxito. Las familias de los niños y las personas del campo en general se entusiasmaron a ver al grupo de teatro, tan concentrado, tan serio, representando más de 45 minutos de espectáculo. Las niñas y niños del grupo de música cantaron canciones... al final, los aplausos supusieron un subidón.
Ese entusiasmo se ha plasmado en los ensayos, cada vez más concurridos, para una nueva obra.

El club de mujeres

Las mujeres son el grupo social más potente en todos los campos de refugiados. A menudo no están organizadas y tienen obstáculos culturales y sociales para hacerlo, pero cuando lo consiguen, los lazos de apoyo y solidaridad que se crean resultan vitales para la comunidad.
Con esa idea en mente, al llegar a Lagadikia, preguntamos a las mujeres del campo por actividades que les guataría hacer. Nos pidieron clases de inglés, y se las organizamos. Pero, como no podía ser de otra manera, el grupo de mujeres que venía a clases a ido convirtiéndose en algo más: un grupo extenso de apoyo mutuo que se empieza a extender por todo el campo.
Las mujeres se encuentran a diario para asistir a clases de inglés de prinicipiantes y avanzadas. En verdad las clases suelen ser más que nada una charla sobre cómo van sus vidas, sus problemas, cotilleos...eso le ha ido dando cohesión al grupo.
Dos días a la semana a la clase le sigue un té, preparado por ellas mismas y al que acuden muchas más mujeres. En el té a veces las cosas se desmadran un poco y ponen música, bailan, se quitan el hiyab y hasta la ropa... todas las cosas que no pueden hacer en un campo donde no hay privacidad alguna.
A veces se organizan también sesiones de cine o maquillaje, y el éxito es similar.
La idea es que las mujeres se unan, que tengan un tiempo y un espacio propio, no mixto, en el que verse y hablar y decidir. Por ahora funciona. Siguen dependiendo un poco de la iniciativa de nuestras voluntarias pero cada vez se lanzan más, y se abren más a otras mujeres. 
Claramente es una actividad que vale mucho la pena.

Un periódico para el campo de Lagadikia

Desde que llegamos a Lagadikia estábamos pensando en cómo motivar a los adolescentes, que se pasan el día vagando por el campo sin  mucho que hacer.
Por fin un día reunimos a siete u ocho y hablando con ellas y ellos surgió la idea de hacer un taller de fotografía. Del taller, como algo natural, surgió la idea de un periódico.
Como por arte de magia el grupo se consolidó. Los chicos y chicas se hicieron buenos amigos, empezaron a implicarse en la actividades del campo y... el periódico va ya por su cuarto número. 
En este tiempo hemos enfrentado muchos problemas. El primero ha sido el "control" de las autoridades del campo. Sabíamos que el periódico no debía publicarse sin que quienes gestionan el campo pudieran echarle un vistazo: para evitar insultos o disparates que pudieran molestarles... y sobre todo para que no hubiera artículos que pudieran crear pánico, falsos rumores o cuestiones parecidas que afectaran al funcionamiento del campo y dañaran a las personas.
Sin embargo, ese visado previo se ha convertido a menudo en una especie de censura por la que algunas organizaciones intentaban que las chicas y chicos del periódico suavizaran críticas a sus acciones.


Nosotrxs no influimos jamás en los contenidos del periódico. Nos limitamos a convocar las reuniones y a ayudarlos en la maquetación que ellos mismos deciden; pero explicarles que debían suavizar o quitar algunas opiniones nos ha costado mucho. Al final se ha superado.
La gente del grupo también ha tenido que soportar insultos y comentarios sarcásticos de otros refugiados cuando distribuían el periódico; han discutido entre sí; han tardado en redactar los artículos... pero han salido adelante. 
El periódico es semanal. El primer número tuvo dos páginas, el segundo cuatro, el tercero seis. Incluye opiniones, historias, fotos, pasatiempos y hasta horóscopo (que es la sección más leída, dicen).
Entre una cosa y otra, la gente del periódico se reúne cada tarde a las siete, discuten y hablan. han creado un grupo muy majo y, sobre todo, sacan con regularidad el único medio informativo del campo. todo un éxito para la autoorganización de los refugiados y refugiadas. Y nosotras hemos estado ahí para apoyarlo!